Ver la vida a todo color se hace más difícil con la edad - (Literalmente)
Con el paso de los años, de tantas
cosas que se ven en la vida, se va ganando en madurez y experiencia. Pero
todo tiene su precio: la edad pasa la cuenta en otras formas, como en el
aumento de los problemas de la visión cromática y especialmente aquellos
relacionados con la capacidad de distinguir colores.
Con la edad la vista de las
personas va cambiando. Algunos cambios son normales, debido al proceso natural
del envejecimiento, y basta con visitas frecuentes al especialista, el uso de
gafas o lentes de contacto y nueva o mejor iluminación para mejorar la
precisión y el enfoque que se necesitan para realizar las actividades diarias.
La capacidad de distinguir los
colores y sus gradaciones nítidamente, es otra de las capacidades que se van
perdiendo a medida que se llega a la edad avanzada, dificultando tareas como
distinguir el color de los alimentos, seleccionar un hilo para coser del color
adecuado o combinar la ropa.
Este problema de la vista fue
estudiado y descrito por primera vez a fines del siglo XVIII por el químico
inglés John Dalton, que lo padecía.
Según unas investigaciones
realizadas por The Smith-Kettlewell Eye Research Institute, en San
Francisco, California, estas anormalidades de la visión cromática aumentan
considerablemente con el paso del tiempo, llegando a afectar a más de la mitad
de las personas en los grupos de mayor edad. Antes de los 70, muy pocas
personas tienen problemas con la visión cromática, pero la tasa de incidencia
aumenta rápidamente en décadas posteriores.
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En general, el 40 por ciento de los participantes obtuvo resultados
anormales en una de las dos pruebas de visión cromática. El 20 por ciento no
pasó ninguna de las pruebas.
Aquí conviene hacer un breve
repaso del mecanismo que permite que nuestros ojos perciban los colores.
Podemos ver a color gracias a unas células en forma de cono, situadas
principalmente en la mácula, el área central de la retina. Estos conos son sensibles
a las ondas de luz roja, verde y azul y a las combinaciones de las mismas que
van produciendo otros colores. Si falta algún tipo de estos conos, o no
funcionan de manera adecuada, la persona puede tener problemas con la visión
cromática: ya sea, no distinguir uno de los colores básicos, no distinguir las
tonalidades de ese color, o confundir un color con otro.
Como mencionamos previamente, una
de las irregularidades más comunes es la ceguera para el rojo o el verde que se
perciben como un solo color (daltonismo) y que afecta más a los hombres que a
las mujeres. La segunda ceguera de colores más común es la que afecta al
azul, en la que la persona no distingue ni el azul ni el amarillo. En muy
raras ocasiones no se distingue ningún color y se ve todo en blanco y negro o
gris.
Los investigadores también
mencionaron en su informe sobre los posibles factores que podrían contribuir al
aumento de los problemas de la visión cromática con la edad y con los defectos
del “azul-amarillo” en particular. Entre estos factores:
- Reducción del tamaño
de la pupila que hace que entre menos luz en el ojo
- El lente dentro del
ojo se vuelve más amarillento cada vez
- Visión menos sensible.
Además, otras condiciones que
afectan al ojo, como el glaucoma, la degeneración macular relacionada con la
edad y la retinopatía diabética, también producen defectos en la percepción del
“azul-amarillo” en sus etapas más tempranas.
La recomendación es que cuides tu
vista como un tesoro en cualquier etapa de la vida. Perder la capacidad
de ver nítidamente los colores, o confundirlos unos con otros, en comparación
con la pérdida de la visión o la ceguera total, puede parecer menos importante.
Pero hay una diferencia en la calidad de vida considerable cuando no se pueden
apreciar los colores que ofrecen un paisaje, un jardín, un cuadro y todo se ve
más opaco y gris. Visita al especialista una vez al año para poder
detectar cualquier problema de visión que se presente en sus etapas más
tempranas y que puedas seguir viendo a todo color.
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